En Argentina, la provincia de Catamarca sorprende al visitante con un trayecto fuera de lo habitual: la Ruta del Adobe.
Es un recorrido que abarca varias localidades poseedoras de construcciones realizadas con un método ancestral –que ha sido revalorizado–.
Si te interesa la historia y la arquitectura originaria, aquí descubrirás algunos datos llamativos.
Un singular método
La Ruta del Adobe se extiende entre las localidades de Tinogasta y Fiambalá.
En ellas y las que se encuentran en el trayecto, abundan las construcciones hechas en adobe: una mezcla de barro, estiércol y paja.
A lo largo de 55 kilómetros, se observan capillas, cascos de estancia y casas construidas con ese singular método que aprovecha los elementos locales, y brinda abrigo en invierno y frescura en verano.
En la localidad de La Puntilla, la finca La Sala es un buen ejemplo.
Se trata de una casona que data de 1850 construida íntegramente en adobe, que hoy recibe a los visitantes convertida en posada de campo, almacén de artesanías y productos regionales, y restaurante.
En Tinogasta, en un extremo de la Ruta, se encuentra Casa Grande, una construcción antigua devenida en hotel boutique.
Por otro lado, en El Puesto, el Oratorio de los Orquera presenta vigas de algarrobo curvado más un campanario cilíndrico.
Y en La Falda, la Iglesia de Andacollo es otro ejemplo de esa forma de construir. En este caso, fue restaurada en 2004.
Las estancias andaluzas
En Anillaco puede conocerse el Monumento Histórico Provincial Mayorazgo de Anillaco, en el que se observan las influencias de las estancias andaluzas del siglo XVIII. También se halla allí la iglesia catamarqueña más antigua: Nuestra Señora del Rosario.
Fue construida en 1712 y luego restaurada. Conserva el piso de tierra, las paredes de adobe, y el techo de caña y barro.
En el otro extremo de la Ruta, Fiambalá ofrece al turista la Comandancia de Armas, la Bodega Don Diego –construcción actual desarrollada con la misma técnica ancestral– y la Iglesia de San Pedro.
Todo lo que se encuentra a lo largo de la Ruta transmite paz y silencio, y vale la pena transitarla con tiempo, paso a paso.